Por José Luis Gil
La última semana ha estado cargada de cuestionamientos de la labor de DIVIAC durante la gestión del coronel Harvey Colchado por parte del Ministro del Interior Juan José Santivañez, quien con una dura postura ha encarado y puesto sobre la mesa espinosas situaciones sobre la administración, uso de recursos y la “politización” de algunas investigaciones por parte de este organismo policial. Sin embargo, el propio ministro ha reconocido que este no es un cuestionamiento o “ataque” a la unidad policial, sino, a alguno de sus actores. En mi experiencia jamás ha existido una “organización criminal” con más de 800 efectivos (número aproximado de DIVIAC) comprometidos, y en este caso, tampoco.
No han faltado pullas entre el ministro Santivañez y los caviares, hoy encabezados por Rubén Vargas, exministro del interior, quien al parecer aprovecha el “rio revuelto” para tomar la “batuta” en la defensa del coronel Colchado y de DIVIAC, como si realmente fuera su “creación” y dándose de supuestos “gurús” de la seguridad (nada más falso) a ver si “ganan alguito” de esta trifulca. Ya los conocemos y su nivel de oportunismo es sideral.
Al margen de las decisiones políticas, judiciales, administrativas o policiales a las que arriben las autoridades que asumirán las denuncias expuestas por el ministro Santivañez, no debemos perder de vista dos temas fundamentales: Las operaciones en marcha y el personal policial que no está involucrado en hechos delictivos, deshonestos o con influencia política. Si bien es cierto que los cuestionamientos son graves, también lo es el hecho de que, a veces, las mezquindades nos llevan a arrasar con el honor de quienes nada tienen que ver en estos asuntos, y de eso no se trata.
Por eso creemos que la lucha contra todo tipo de crimen complejo no debe parar y los casos pendientes o en marcha, deben continuar hasta su culminación con la nueva jefatura de DIVIAC como la del coronel Franco Moreno. Hay información reservada sobre blancos objetivos que ya se están procesando y que un cambio intempestivo en lo administrativo le sería más “útil” al criminal que al sistema de justicia.
Quienes se fueron integrando a DIVIAC en los últimos años, oficiales y suboficiales, mujeres y hombres, tuvo, estoy seguro, el ideal, el sueño de construir un nuevo concepto de unidad especializada para casos complejos como respuesta al aumento de crímenes complejos también. Si este sueño fue desvirtuando o politizado, hay que tenerlo claro también, no dependió jamás de la mayoría de los trabajadores policiales, sino, de las cabezas o de quienes dirigen esta unidad.
Es por eso que no me sumaré a la generalización de los cuestionamientos porque tengo la absoluta seguridad que la gran mayoría del personal DIVIAC no están comprometidos en ninguna irregularidad, que han realizado su trabajo con honestidad y sacrificio aplicando correctamente las actividades de inteligencia operativa y pido respeto para ellos y sus familias, a quienes también afecta esta situación escabrosa.
En lo que devino DIVIAC, según lo que se dice, no fue de mi conocimiento ni tampoco lo avaló. Solo tengo los buenos recuerdos de operaciones exitosas y capturas importantes (no políticas). Conozco a muchos en DIVIAC, he sido su profesor de análisis de inteligencia y pude notar en gran parte de su personal, la alta calidad profesional, a quienes relevo de ser cuestionados en esta coyuntura. El comando policial debe tomar en cuenta esto antes de tomar una decisión nada técnica con el personal.
Finalmente, no seré yo quien juzgue a Colchado y otros presuntamente involucrados, será la justicia de los hombres y la justicia divina la que se encargue de esa tarea que hoy no me corresponde. He dicho.
