ANTERO FLORES-ARAOZ
El tradicional “Turrón de doña Pepa”, los malos burócratas lo están convirtiendo en el “Turrón de don Pepón” y digo “Pepón” para no decir el “Turrón de don Tontón”.
El apreciado lector con toda razón se preguntará ¿qué le ha pasado al autor de estas breves líneas y reflexiones? Y comprenderán que no los voy a dejar con la curiosidad.
El conocido y reputado “Turrón de doña Pepa”, es el dulce que especialmente se produce en el mes de octubre, durante las celebraciones del llamado “Mes Morado”, en que se sale en multitudinaria procesión el “Cristo Morado” y la Iglesia de Las Nazarenas, día a día, se torna visitada por los devotos del Señor de los Milagros.
El turrón al que nos referimos, con el correr de los tiempos, ha ido ampliando su oferta y como consecuencia del favor de los comensales se produce ya no solo en octubre sino en todo el año para el deleite de aquellos.
Principalmente el turrón mencionado es elaborado en las antiguas y tradicionales pastelerías y bodegas del centro de Lima, siendo parte de nuestras tradiciones y que en buena cuenta complementa la recuperación de nuestra denominada “Lima cuadrada”, en que está empeñada la actual administración edilicia.
Sin embargo, hay autoridades que le ponen el sinfín de problemas y trámites burocráticos e innecesarios registros, como por ejemplo el “Registro Sanitario” a cargo de las autoridades del Sector Salud.
Lo antes señalado significa, que las pastelerías y bodegas a las que nos referimos, al igual que tener que gestionar la licencia municipal de funcionamiento y la de “Defensa Civil”, que es lo lógico y sensato, ahora se les requiere que obtengan el “Registro Sanitario” para los afamados turrones.
Si cualquier habitúe consume el “Turrón de Doña Pepa” en las pastelerías y bodegas a las que nos referimos, al igual que como cualquier otro potaje, no requiere del aludido registro, pero si lo lleva empaquetado para consumo en su hogar o en otro local, le exigen al establecimiento que lo produce el Registro Sanitario, como si hubiesen dos tipos diferentes de turrón, el que se consume en el sitio y el que se adquiere para consumo en cualquier otro lugar.
Si otros postres, productos y dulces, además de ser ingeridos en las pastelerías y bodegas del Centro de Lima, se llevan por los clientes de ellas a otros lugares, no pasa nada, no hay más trámites ni registros, aunque si para el “Turrón de doña Pepa”. Incomprensible y tonta exigencia que tiene que terminarse y cuanto antes.
Las autoridades deberían estimular nuestras tradiciones, como es la preparación y consumo del sabroso turrón, pero no ponerles dificultades para justificar su existencia.
Lamentablemente las infortunadas acciones de algunas autoridades no son nuevas, pues recordamos hace como veinte años que se pusieron obstáculos tributarios al consumo de alimentos dentro de la zona internacional del aeropuerto, haciendo distingos absurdos entre los bienes que se adquirían como exportación por los viajeros en el aeropuerto “Jorge Chávez” y los alimentos que ya habían consumido y que los “llevaban puestos” al subir al avión.
Estas tonterías no deberían prosperar, debiendo existir una mayor coordinación entre las autoridades gubernamentales y las ediles, para no obstaculizar nuestras famosas tradiciones.