Un equipo internacional de astrónomos ha concluido que la edad del Sol varía significativamente según el nivel de actividad magnética del momento del ciclo solar en el que se encuentre, algo que podría cambiar la historia del sistema solar tal y como se conoce.
La investigación, coordinada por la Universidad de Ginebra (UNIGE), ha demostrado que, a pesar de que se creía hasta ahora que el Sol tiene unos 4.600 millones de años, esta edad ha sufrido variaciones de hasta 300 millones de años entre un ciclo solar y otro.
Para llegar a esta conclusión, los científicos analizaron 26,5 años de datos solares, lo que equivale a dos ciclos completos solares, y realizaron un análisis sísmico que permitió medir la evolución de las propiedades fundamentales del Sol como su masa, radio y edad a lo largo del tiempo.
Edad solar y edad magnética
Los resultados mostraron que la edad del Sol estaba correlacionada con el nivel de actividad magnética del ciclo solar, con variaciones de alrededor del 6 % de media entre los periodos de menor actividad (inicio del ciclo) y máxima actividad (mitad del ciclo).
El estudio también reveló que el impacto de la actividad magnética sobre la edad sísmica del sol era más marcado para el más activo de los dos ciclos solares estudiados.
Según un comunicado de UNIGE, estas conclusiones suponen una revolución para la astrosismología -la rama de la astronomía que estudia las oscilaciones de las estrellas– que hasta ahora consideraba «insignificante» el impacto de la actividad magnética del Sol y otras estrellas en su composición.
«Hay que imaginar una estrella como una gran bola de gas en constante movimiento, con pulsaciones en su interior que la hacen vibrar como el sonido que resuena en un instrumento musical», afirmó el investigador del departamento de Astronomía de la UNIGE y responsable del estudio, Jérôme Bétrisey.
Esta nueva perspectiva, aseguró, abre nuevas líneas de investigación para futuras misiones espaciales a la hora de diseñar métodos más sofisticados que permitan estudiar el sistema solar teniendo en cuenta este impacto magnético.
«El Sol no es una estrella particularmente activa, lo que sugiere que el impacto de la actividad magnética podría ser mucho más significativo para otras estrellas más activas», concluyó Bétrisey.