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Por Federico Prieto Celi / La reforma educativa en EE. UU., 60 años después

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FEDERICO PRIETO CELI

El 17 de enero de 1961, tres días antes de terminar su mandato presidencial, el general Eisenhower se dirigió por televisión al pueblo estadounidense, en el contexto del inicio de la guerra fría con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, afirmando: “Rezo para que los próximos años sean bendecidos con la paz y la prosperidad para todos”.

Eisenhower, que había sido el comandante general de las tropas aliadas en la segunda guerra mundial, era contrario a la guerra, quería fomentar la paz entre los pueblos: “Nos damos cuenta de que el liderazgo y prestigio de América dependen, no sólo de nuestro inigualado progreso material, riqueza y fuerza militar, sino de cómo usamos nuestra fuerza en el interés de la paz mundial y el progreso humano”.

Reforma educativa

El diseño de  una estructura de primacía en el dominio del poder de los Estados Unidos en el mundo, centrada en una organización mundial capaz de vencer a cualquier adversario, había puesto un ingrediente educativo integral, que había dado un gran impulso a la educación básica y universitaria.

Por ello, su gobierno había fomentado el ingreso al magisterio  de jóvenes que buscaban un futuro profesional elevado, les había facilitado viviendas y sueldos buenos, de tal manera que fueran capaces de enseñar un programa más ambicioso de cursos, que superaran a los de Hispanoamérica, que hasta 1945 eran mejores.

Revolución tecnológica

Así, pues, la elevación del nivel social, económico y profesional del maestro estadounidense fue la pieza miliar de la reforma educativa, aún cuando fuera colocada como un ítem de la transformación de la sociedad de los Estados Unidos para estar siempre preparado para defender la paz.

Entonces se iniciaba la segunda parte del siglo XX. “Similar, y en gran medida responsable por los profundos cambios de nuestra situación industrial y militar, ha sido la revolución tecnológica durante las décadas recientes”.

En la guerra mundial, la  industria creciente y exitosa se había adaptado para convertirse en industria militar, con el fin de abastecer a las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Vuelta, la paz, el presidente Eisenhower propone: “Sólo una ciudadanía entendida y alerta puede obligar a que se produzca una correcta imbricación entre la inmensa maquinaria defensiva industrial y militar, y nuestros métodos y objetivos pacíficos, de modo que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntas”.

¿Cómo hacerlo?

“Hoy, el inventor solitario, trasteando en su taller, ha sido desplazado por ejércitos de científicos en laboratorios y campos de pruebas.

De la misma manera, la universidad libre, la fuente histórica de las ideas libres y del descubrimiento científico, ha experimentado una revolución en la manera de llevar a cabo la investigación. […]. Por cada antigua pizarra hay ahora cientos de nuevas computadoras electrónicas”. Estado y sociedad deben ir juntos en la investigación”.

En los últimos párrafos de su famoso discurso de despedida, como presidente de los Estados Unidos, el general Eisenhower se refiere en varias frases al aspecto espiritual del mejoramiento de la vida de la sociedad de los Estados Unidos.

Vigencia de la democracia

“No podemos hipotecar los bienes materiales de nuestros nietos sin arriesgarnos a que se pierda además la herencia política y espiritual que les dejamos. Queremos que la democracia sobreviva para todas las generaciones por venir, no que se transforme en el fantasma insolvente del mañana”.

Y resume su pensamiento en el último párrafo, planteando el horizonte de la vida americana: “Oramos para que los pueblos de todas las religiones, todas las razas, todas las naciones, pueden tener sus grandes necesidades humanas satisfechas, que aquellos que hoy tienen negadas sus oportunidades vengan a disfrutar de ella al máximo, para que todos los que anhelan la libertad puede experimentar sus bendiciones espirituales, que los que tienen libertad entiendan sus pesadas responsabilidades, también, que todos los que son insensibles a las necesidades de los demás aprendan de la caridad, que los flagelos de la pobreza, la enfermedad y la ignorancia desaparezcan de la tierra, y que, con la bondad de tiempo, todos los pueblos lleguen a vivir juntos en una paz garantizada por la fuerza vinculante de respeto mutuo y el amor”.

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