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Por Berit Knudsen / OEA, débil defensa de la Democracia

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Por Berit Knudsen

Esta no es una lucha por Venezuela, es una lucha por la democracia en todo el continente americano.

El fraude de Nicolás Maduro se anticipó con violaciones a los derechos electorales durante todo el proceso, culminando con su descarada autoproclamación. Pero la decisión de los representantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) evidencia una preocupante incapacidad de esta institución para defender la democracia en la región.

Solicitar una moción democrática de transparencia, pidiendo las actas electorales venezolanas tuvo un resultado inadmisible que no alcanzó los 18 votos de mayoría calificada. Fue desestimada a pesar de que los 17 países que la aprobaron representan al 55% de los mil millones de ciudadanos americanos. Los 11 delegados que se abstuvieron, con maniobras de Brasil y Colombia, conforman tan solo el 27%.

La OEA tiene por misión defender la Carta Democrática Interamericana, adoptada por aclamación en 2001, estableciendo que los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. Pero, sus representantes han demostrado incapacidad para cumplir sus principios fundamentales.

El régimen de Nicolás Maduro habituado a cometer fraudes electorales no imaginó que la oposición, encabezada por María Corina Machado y su candidato Edmundo González, podrían tener en su poder el 85% de las actas electorales. Por ello, el Consejo Nacional Electoral (CNE) declaró descaradamente a Maduro como ganador con el 51%. Hoy queda demostrado el fraude de Maduro y la victoria opositora con el 67% de los votos gracias a esta ingeniosa maniobra.

Brasil y Colombia habían solicitado a Maduro la presentación de las actas electorales, pero mostraron sus verdaderas intenciones al abstenerse durante la sesión de la OEA, persuadiendo a otras naciones para que los apoyaran. Esta treta debilitó el esfuerzo por aprobar una resolución que defendía los derechos electorales, coludidos con una tiranía de 25 años.

La abstención de Brasil y Colombia socava la democracia revelando la preocupante influencia autoritaria en la OEA. México, Bolivia y Nicaragua, que estuvieron ausentes, forman parte de esa coalición que defiende no solo el fraude electoral y el autoritarismo, apoyan un mandato que ha convertido a Venezuela en narcoestado, avalan comprobadas violaciones de derechos humanos y son cómplices de los “baños de sangre” que vive Venezuela.

La situación se agrava con la creciente influencia de potencias extranjeras como China, Rusia e Irán en América, conocidos por sus propias violaciones de derechos humanos, mostrando su apoyo incondicional al régimen de Maduro, reconociendo su fraudulenta y autoproclamada victoria, poniendo en peligro la estabilidad de todo el continente.

La Carta Democrática Interamericana es clara en sus principios, pero numerosos países miembros parecen haber olvidado sus compromisos. La abstención y ausencia ante un pedido democrático básico como transparencia electoral es una burla, permitiendo que la tiranía de Maduro continúe oprimiendo a su pueblo.

Los resultados en la OEA ante el pedido de transparencia electoral a Venezuela demuestran incapacidad para defender la democracia. Los países autoritarios influyen en otros países con la injerencia de potencias extranjeras como China, Rusia e Irán son una peligrosa amenaza. Los representantes ante la OEA no pueden avalar la tiranía, su obligación es adoptar una postura firme y coherente en defensa de la libertad y derechos humanos en América, pero quedó claro cuáles son los países que defienden el autoritarismo.

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