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viernes, noviembre 22, 2024
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Por Martín Belaunde Moreyra / A Dios rogando y al turismo dando

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Por: Martín Belaunde Moreyra

Hace pocos días con mi señora y una nieta de doce años que vive en Barcelona y periódicamente nos visita, dimos una vuelta por el Cercado de Lima.  Esta vez a su pedido, volvimos a recorrer el centro histórico ya que en la anterior oportunidad se encontraba con todas sus calles y pistas levantadas, resultando algo difícil apreciar su legado monumental.

Debo decir que pudimos encontrar que la Lima cuadrada de antaño estaba bastante mejor pero todavía con algunas notorias deficiencias en las áreas más próximas a sus más importantes monumentos.  Para empezar, la higiene pública y las costumbres de sus habitantes todavía distan mucho que desear. Al dejar el automóvil en una playa de estacionamiento, específicamente en el Jirón Lampa frente al Ministerio de Relaciones Exteriores y casi al lado del antiguo Banco Popular, tuvimos el desagrado de ver a una señora orinando en una esquina con los restos consiguientes. Conforme avanzamos en dirección a la Plaza San Francisco las huellas líquidas de semejante ejercicio eran visibles con el mal olor resultante.

Al llegar a la histórica Plaza de San Francisco resultaba imposible contemplarla en toda su dimensión por la horrenda empalizada metálica que oculta el espacio abierto. Al parecer, existe un litigio pendiente entre la Municipalidad Metropolitana de Lima y la Orden Franciscana, en torno al debatible tema si la plaza debe estar o no encadenada para impedir la presencia de los vendedores ambulantes. Como peruano y limeño invoca a las partes que lleguen a una honorable transacción, porque el público en general y el turismo urbano en particular se perjudican por esa cerrazón. ¡!!!Gloria a Dios en las alturas de Lima y paz en la tierra a la gente de buena voluntad!!!

Debo confesar que la visita al Convento e Iglesia de San Francisco  y sus catacumbas así como a la Catedral de Lima e iguales recintos resultó muy interesante, por los bellos cuadros  y estupendas tallas virreinales que pudimos contemplar. El recorrido de las catacumbas en ambos lugares de culto, así como la vista de los huesos que ahí se conservan le otorgan al ser humano una visión de la fragilidad de nuestra existencia. Había gente de diversas nacionalidades, principalmente hispano hablantes y también norteamericanos, que escuchaban con atención las explicaciones de los guías en medio de ese fúnebre ambiente. Luego al salir de la Catedral en el soleado atardecer, la vista de la Plaza de Armas con el trasfondo del Palacio de Gobierno creaba un maravilloso y crepuscular conjunto.

Ello no obstante, resulta imperativo que la Municipalidad Metropolitana Lima en ejercicio de sus facultades legales, establezca severas sanciones en el supuesto que aún no existan, a quienes infrinjan las más elementales normas de la salud pública. Igualmente, que promueva y de ser el caso, subsidie la habilitación y funcionamiento de servicios higiénicos en cuanto cafetín, café, restaurante, tienda, playa de estacionamiento y establecimiento de similar índole funcione en el Centro Histórico de Lima, para que las personas sujetas a necesidades biológicas impostergables, puedan atenderlas sin necesidad de brindarnos el penoso espectáculo de su realización así como el desagradable aroma de su producto.

¡Señor alcalde y amigo, con el mejor ánimo de colaborar con usted, proceda en consecuencia. Dios, Patria y Lima se lo agradecerán!

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