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Analista Fiódor Lukiánov: “Sin Rusia, el equilibrio global es imposible”

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Ricardo Sánchez Serra

Moscú.- Fiódor Lukiánov analiza el papel de Rusia en la geopolítica, la confrontación con Occidente y el impacto del conflicto en Ucrania

La guerra, la desinformación y la redefinición del orden mundial. En un mundo en el que las alianzas cambian y los equilibrios de poder se redefinen día a día, Fiódor Lukiánov, una de las voces más influyentes de la geopolítica rusa, nos ofrece una visión sin filtros sobre el papel de Rusia en el escenario global.

Como editor en jefe de la revista Russia in Global Affairs, presidente del Consejo ruso para la Política Exterior y de Defensa y director científico del Club Internacional de Debates Valdái, Lukiánov conoce de primera mano los entresijos de la estrategia internacional rusa. Con una franqueza inusual, habla sobre el enfrentamiento con Occidente, el impacto de la guerra en Ucrania y el futuro de las relaciones internacionales, en una conversación que desentraña el complejo tablero global.

– ¿Cómo ve el papel de Rusia en su escenario global actual? ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta el país?

Rusia es actualmente uno de los tres países con mayor influencia en las relaciones internacionales, junto con Estados Unidos y China. Otros países, como India y Brasil, también juegan un papel en la geopolítica, pero su impacto está en otra categoría de influencia. Depende de los tres países, EE.UU., Rusia y China la existencia de un balance relativo en el mundo.

El equilibrio global depende, en gran medida, de la interacción entre Estados Unidos, Rusia y China. En este momento, nuestro país enfrenta una tarea crucial: la resolución del conflicto en Ucrania, que garantizará la estabilidad y seguridad de la región occidental de Rusia. Sin embargo, la búsqueda de una solución es extremadamente compleja, lo que limita las opciones disponibles para Rusia en este contexto.

Cuando esta cuestión se resuelva, tarde o temprano, la influencia de Rusia en el orden internacional crecerá significativamente, porque nuestro país es un factor de equilibrio en el sistema global. Sin Rusia, dicho equilibrio no sería posible.

– ¿Cuál es su análisis sobre las relaciones entre Rusia y Occidente en la actualidad? ¿Ve posibilidades de mejora o cree que la tensión continuará?

En Rusia utilizamos el término «Occidente Colectivo», que engloba a todos los países de la OTAN y sus aliados en Oriente. Esta tendencia surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Hasta mediados del siglo XX, Occidente no era un bloque homogéneo; por el contrario, estaba marcado por enfrentamientos internos. La unidad occidental se fortaleció durante la Guerra Fría, en oposición a un enemigo común: Rusia. De ahí proviene la intención de las élites occidentales de perpetuar la confrontación con nuestro país.

Esta situación es anómala porque los intereses de los países de Occidente, Oriente y África son distintos. Estados Unidos tiene sus propios objetivos, al igual que los países europeos y asiáticos, como Japón. Sin embargo, la unidad liberal de Occidente se ha basado en mantener la confrontación con Rusia.

En Rusia observamos una tendencia interna de reconstrucción social y de reequilibrio de fuerzas. Si estos procesos continúan, eventualmente se llegará a la conclusión de que la confrontación con Rusia no es beneficiosa para los intereses nacionales de muchos países occidentales.

Respecto a Rusia, somos un país grande y autosuficiente. Actuamos en respuesta, nunca iniciamos. Pero cuando se nos provoca, nuestra reacción tiende a ser más contundente que la propia provocación.

Si no hay provocaciones, Rusia es el país más interesado en la cooperación económica, cultural y humanitaria con todas las naciones. En el contexto actual, Ucrania ha jugado el papel de provocador contra Rusia de manera persistente.

– ¿Cómo cree que la guerra en Ucrania afectará la política exterior rusa y las relaciones internacionales en el largo plazo?

La política exterior rusa cambió drásticamente a partir del 2022, diría 180 grados. Desde la época de la URSS estaba centrada más en las relaciones con el Occidente. Ellos declararon abiertamente la guerra contra Rusia y ni siquiera lo ocultaron, querían ganar en el campo de guerra, y, por su decisión, cortaron toda la relación con nuestro país. En el corto plazo, la recuperación de esas relaciones parece improbable. Con Estados Unidos, hacemos algunos intentos de diálogo, pero es difícil restaurar la cooperación previa.

Por otro lado, hemos ampliado nuestra cooperación con diversas regiones del mundo. La reconfiguración de alianzas no es un proceso inmediato, especialmente cuando se trata de socios con los que no existe un historial previo de colaboración. No obstante, este ajuste es esencial y, a largo plazo, contribuirá a un nuevo equilibrio en el sistema global.

En esta misma línea, consolidar relaciones más estables con Occidente y fortalecer los lazos con nuevos socios permitirá un mayor balance en la dinámica internacional, asegurando un entorno más cooperativo y sostenible.

– Hay una política de desinformación muy fuerte contra Rusia, que siempre era presentado como un país agresor y ahora el presidente Trump le dice a Ucrania (Zelenski) que iniciar una guerra contra un país mucho más grande es una estrategia equivocada; y decide no condenar a Rusia en los foros internacionales, aunque los europeos siguen insistiendo en que después de Ucrania, Rusia buscará extenderse hasta Lisboa…

La propaganda occidental contra Rusia es altamente contradictoria. Por un lado, afirman que Rusia es resto de un imperio, una dictadura, que no es capaz de ganar la guerra en Ucrania. Pero, por otro lado, dicen que Rusia es capaz de conquistar Europa y destruir la democracia occidental.

Si nuestro poder militar fuera realmente tan limitado como sugieren, nadie habría esperado que este conflicto se prolongara más de tres años. Durante este tiempo, nuestras capacidades han crecido sustancialmente. No tenemos los recursos para conquistar Europa y nadie en nuestras autoridades piensa en algo así. Es imposible.

La clave del conflicto radica en la falta de entendimiento entre Rusia y Occidente. Para muchos, la guerra en Ucrania parece un problema de relaciones internacionales, cuando en realidad es una cuestión interna, derivada de la historia y la identidad de los pueblos de Rusia y Ucrania. Ellos declararon una guerra y ahora están tratando de solucionar el conflicto, Pero es una situación normal, que a menudo acontece en el mundo.

Cuando el presidente Trump dice que es capaz de resolver el problema muy rápido.  él está partiendo de esta tesis, de que es un problema de relaciones internacionales. Para Rusia, como para Ucrania, y para Rusia más todavía, la parte internacional en este conflicto es una parte insignificante. Es más una guerra civil entre las mismas etnias.

Ucrania nunca existió como Estado antes del siglo XX, por lo que su desarrollo histórico es particular. El conflicto actual es, en gran parte, una disputa sobre dónde termina Rusia y dónde empieza Ucrania, en aspectos culturales, lingüísticos y religiosos. Occidente ha intentado convertir a Ucrania en un puesto de avanzada contra Rusia, lo que complica su resolución.

En este contexto, nunca contemplamos una expansión hacia Europa. Nuestro único objetivo es garantizar la seguridad de nuestras fronteras con una base estable y de largo plazo.

– La rusofobia ha crecido con fuerza en los últimos años. ¿Cómo podrá Rusia contrarrestarla en el futuro?

Cuando logremos resolver nuestros desafíos estratégicos y pase el tiempo, la percepción negativa de Rusia desaparecerá, porque los países verán el interés práctico de restablecer la cooperación con nosotros.

– Se habla de la resistencia del pueblo ucraniano ante Rusia. Sin embargo, esta es una guerra de desgaste, pero ya son tres años y muchos mueren. ¿Por qué Rusia no ha terminado el conflicto rápidamente?

Desde el inicio, no evaluamos correctamente las capacidades de nuestro enemigo. Debemos reconocer que ha luchado con fuerza.

Es una tragedia histórica que pueblos con una misma cultura, idioma, parientes y tradiciones hayan terminado enfrentándose de esta manera. Esta guerra tiene un carácter civil, lo que explica su nivel de agresividad. A lo largo de la historia, los conflictos internos siempre han sido los más cruentos.

El conflicto solo podrá terminar cuando ambas partes comprendan que la confrontación no puede continuar.

Si seguimos la propuesta de Trump y terminamos la guerra en esta etapa, el conflicto se reactivará en poco tiempo, con más fuerza y mayor crueldad.

– ¿Qué consejo daría a los líderes occidentales para mejorar las relaciones con Rusia?

No daría ninguno. Excepto el presidente Donald Trump, los demás líderes no parecen tener interés en mejorar las relaciones con Rusia.

– ¿Cuáles serán los temas prioritarios en la agenda internacional en los próximos años y cómo se prepara Rusia para afrontarlos?

Paradójicamente, la prioridad no serán los asuntos internacionales, sino el fortalecimiento de cada Estado, su capacidad de respuesta y resistencia frente a los desafíos. La era en la que los problemas globales dominaban la agenda ha terminado; ahora, los países están más enfocados en resolver sus problemas internos.

El mundo sigue interconectado, pero las reglas del juego han cambiado. Las naciones buscarán primero defender sus propios intereses, y esta tendencia ya es evidente, incluso en Estados Unidos.

– ¿Cómo cree que debe terminar la guerra? Ucrania no perdió por batalla el Dombás, sino lo perdió desde el 2014, cuando bombardeaba a los ucranianos de etnia rusa…

No sé cómo terminará la guerra, pero Ucrania quedará devastada en todos los aspectos. Su pueblo, que comparte muchas similitudes culturales con Rusia, es extremadamente tenaz, lo que prolongará el conflicto.

Temo que el final de esta guerra aún esté lejos. Si Donald Trump pierde interés y deja de intervenir, el conflicto seguirá su curso.

– ¿Ve un desenlace positivo?

No estamos ante un cuento de hadas con un final feliz, pero, tarde o temprano, la guerra terminará. No puede resolverse tan rápido como Trump había imaginado, y cualquier solución apresurada solo pospondría el problema para después.

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