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domingo, noviembre 24, 2024
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Ciudad de Mariúpol, la “Hiroshima del mar Azov”: testimonios desde la República de Donetsk

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Ricardo Sánchez Serra

Mariúpol (República de Donetsk, Rusia).- Siendo el primer periodista peruano que llegó al Dombás, en la zona de guerra entre Ucrania y Rusia, tenía que llegar a la legendaria ciudad de Mariúpol -fundada en el siglo XVIII-, a orillas del mar Azov, asediada en toda su historia por el imperio Otomano, ingleses, franceses, sardos, griegos, bolcheviques, alemanes y el 15 de mayo de 2022 fue liberada por el ejército ruso, luego de más de 80 días de sitio.

Desde hace 10 años Mariúpol vivió infernalmente, pues los grupos paramilitares ucranianos del batallón nazi Azov, ingresaron a la ciudad para sofocar las protestas de la población ucraniana de etnia rusa -que llegaba al 90 %- que se pronunciaba en paz por la defensa de su idioma y cultura. Los nazis de Azov aplastaron los mítines y asesinaron a los manifestantes. “El aeropuerto de Mariúpol fue una base militar, y había un edificio de torturas”, relató Alexei.

La Operación Militar Especial que inició Rusia en febrero de 2022, decidió liberar la ciudad -de medio millón de habitantes, muchos de los cuales se fueron huyendo del conflicto-, el ejército ucraniano y el batallón Azov se escudaron cobardemente en la población civil. La ciudad quedó tan devastada que parecía Hiroshima, después de la bomba atómica, al igual que los armenios destruyeron Agdam, la Hiroshima del Cáucaso. Mariúpol es la Hiroshima de Azov.

Testimonios

Varios testigos nos informaron que francotiradores de Azov subieron a las azoteas de los edificios y practicaban tiro al blanco con los transeúntes. Les ordenaban que bajen a los sótanos y les ponían granadas en las puertas.

“Ellos mismos bombardearon la sinagoga -construida en el siglo XIX- y luego llamaron a la prensa para informarles que lo habían hecho los rusos, cuando su ejército ni siquiera había llegado”, nos contó Olga.

Mariúpol fue una ciudad comercial y luego un centro metalúrgico de primer orden. Había muchas fábricas. “Antes de la guerra había once iglesias ortodoxas, dos católicas y dos sinagogas. Vivía gente de más de 100 regiones, 15 % eran judíos y otro grupo étnico grande eran alemanes. Hoy se ha construido una mezquita”, dijo Tanya.

-¿Cómo era la vida en esos 80 días? 

Había restricciones de agua, gas, luz. En marzo hace mucho frío. Teníamos poca comida y agua. Los ucranianos atacaban civiles y nos utilizaban como escudos. Cerraron las carreteras para salir. Había muchas mascotas abandonadas.

-¿Eran tan sanguinarios los del batallón Azov?

¡Sí!

Fue una respuesta unánime y sollozaron con los recuerdos.

-¿Cómo recibieron al ejército ruso?

Con champagne, pues era un ejército libertador. Las tiendas comenzaron a abrir…

Estos son algunos de los testimonios de gente que sufrió en esos días aciagos.

Lo que estamos escribiendo, no lo van a leer en otro lado, en donde la propaganda, los fake news y la desinformación abundan.

Cabe mencionar que esos “valientes” del batallón Azov que torturaron a los civiles, se rindieron como cobardes ante el ejército ruso, en su último bastión, la fábrica Azovstal.

“20 días en la luna”

Luego de ver el documental “20 días en Mariúpol”, realizado por un periodista ucraniano, y que no cuenta nada de las tropelías de los nazis de Azov contra la población de etnia rusa, ni que se escudaba detrás de ella, en lugar de salir de la ciudad y enfrentarse cara a cara con el ejército ruso, me repugna que Hollywood le haya regalado un Óscar por razones políticas a una propaganda antirrusa y que no cuenta globalmente el sufrimiento y la verdadera tragedia del pueblo de Mariúpol.

Mariúpol hoy es libre

Como el ave Fénix hoy Mariúpol renace del infierno. Fueron ocho años de opresión por los nazis del batallón ucraniano Azov.

Se quedaron 150 mil habitantes, hoy han regresado cien mil refugiados más.

El principal trabajo de los habitantes es la construcción y reconstrucción. La prioridad son las viviendas de la gente y la limpieza de minas, que los ucranianos dejaron en las fábricas y en la ciudad.

Algunos hoteles se han convertido en viviendas temporales, la universidad y los colegios empezaron a funcionar, los complejos deportivos están siendo reconstruidos, al igual que las iglesias, teatros y centros culturales.

Diversas regiones rusas financian la reconstrucción y San Petersburgo ayuda mucho más porque son ciudades hermanas. Se convertirá en un puerto importante, descontaminado, desarrollada la industria automotriz y un centro turístico de primer orden.

(*) Premio mundial de periodismo “Visión Honesta 2023”

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