Chinos son depredadores por excelencia y Perú no debe entregarse por completo, señala.
– ¿Qué concepto tiene de la manera en que China invierte en Perú?
Creo que todas las inversiones son importantes para Perú, pero pensaría como Deng Xiaoping, que decía que no importa de qué color es el gato, sino que cace ratones. La inversión es importante y trascendente para el país, pero sí coincido en que aun cuando China tiene un desarrollo capitalista hacia afuera y comunista y esclavista hacia adentro, tenemos que mirar con discreción todo lo que significa la inversión china en el país, en la medida que si aquello que se hace es para el fortalecimiento de la economía peruana, debe ser bueno, pero si hay ciertos condicionamientos a cambio de eso, no es bueno. Por eso tenemos que mirar todas las inversiones que son buenas, pero hay que saber discriminar para que todas ellas le produzcan al Perú una consecuencia positiva, o sea una consecuencia de rédito al país.
– ¿Qué medidas puede tomar Perú para protegerse de otras intenciones de China?
Perú debe ser, para eso, un país que no se entregue a sí mismo por completo. Debemos ser muy cautos. He dicho siempre que los chinos son depredadores por excelencia y, bajo esa premisa, Perú debería tener equilibrio con China. No es suficiente que nosotros hayamos tenido y tengamos con China una importante vinculación, que queremos única y exclusivamente ser receptores de esa presencia china en el país. Creo que deberíamos aprender a dosificar que en la geopolítica, en el equilibrio de las relaciones internacionales, es muy importante que Perú mire a un horizonte compartido, por ejemplo, con Estados Unidos. Todo hacia China, sabiendo que China no hará de Chancay una Shanghai si no es por nosotros mismos, debe significar para nosotros actuar con mucha discreción respecto de China. Ahora, la ruta de China no es para invertir en Perú y contribuir a su desarrollo, puede ser duro decirlo, sino para maximizar la tarea extractiva que China quiere, porque es la base de su desarrollo camino a ser superpotencia. Ahora nosotros no deberíamos desconocer esa realidad.
– ¿Considera que Perú debe otorgar la concesión del puerto de Corío a China, como lo hizo con Chancay?
Creo que sería un grave error geopolítico del Perú darle Corío a China. Creo que Perú debería asumir un rol estratégico y antes de entregar Corío, a cualquier otro país incluso, deberíamos sentarnos en una mesa para promover una verdadera política portuaria nacional e internacional que no tenemos. Estamos en una etapa importante, pero necesitamos afinar nuestra política nacional marítima y necesitamos una reingeniería para tener una verdadera política portuaria nacional e internacional. Esos elementos de fondo no los estamos haciendo y eso no es bueno, porque nos va a ganar el tiempo con la presencia china, que va a generar el comercio marítimo internacional por Chancay. Entonces, deberíamos ser más equilibrados midiendo estratégicamente nuestra posición en el litoral y pensando más bien en el equilibrio. Si entregamos todo a un país, es una verdadera posición de debilidad y de vulnerabilidad para un país como Perú y más aún cuando China no es un actor que tenga al Perú como país dentro de su marco de influencia natural. Nuestro marco de influencia natural no es China, sino Estados Unidos de América.
– ¿Qué opina que China sea un patrocinador de la dictadura venezolana y las de Nicaragua y Cuba?
En eso creo que nos corresponde ser más pragmáticos, porque a una China que no es democrática y a una China que mira los derechos humanos de costado, no le podemos exigir la Carta Democrática Interamericana. Entonces, si nos volvemos exigentes con China, como hacemos con los países de la región, poco vamos a conseguir y tenemos que ser pragmáticos y objetivos. Sí creería que las apuestas de China hacia Cuba, hacia Nicaragua y hacia Venezuela son el mejor libreto para no desnudarnos por completo respecto de China, sino más bien la relación de amicalidad geopolítica y estratégica que tiene China con estos países es el mejor libreto para que el Perú tenga la discreción que corresponde con China.
