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Por Arturo Bobbio C. / La emergencia hídrica peruana y la cosecha de agua

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Por Arturo Bobbio C.

Es por todos sabido que el planeta está en un colapso ambiental; la supervivencia del ser humano está íntimamente ligada a la capacidad que tengamos como especie para recuperarlo; los recursos naturales necesitan regenerarse para volver a llegar a los estándares óptimos para tener un mundo con aire limpio y todo lo necesario para que podamos volver a vivir en paz con la naturaleza, en un ecosistema eco amigable y sano.

Lima no solo tiene uno de los aires más contaminados de Sudamérica, sino que está al borde de una emergencia de escasez hídrica de manera permanente. Año tras año los limeños rogamos que las represas de Huascacocha y Marcapomacocha, que dan agua a nuestra capital, se llenen con las lluvias. Lamentablemente, con el transcurrir del tiempo y el calentamiento global, esto se ha ido complicando, llegando apenas a niveles mínimos para sostener el servicio en la ciudad.

Por eso es imprescindible volver a prácticas ancestrales como la cosecha del agua, sistema mediante el cual se capta y aprovecha el recurso hídrico proveniente de las precipitaciones, a través de infraestructura hidráulica prehispánica como lo son las «Amunas», las cuales son una suerte de acueductos que captan agua en las partes altas de las montañas para canalizarlas subterráneamente, logrando llevarlas a kilómetros de distancia para que afloren en las partes bajas donde la población pueda aprovecharlas.

Empresas privadas como Backus y la cooperación alemana ya demostraron que esto que parece una locura es un método efectivo para llevar el líquido elemento a las comunidades más necesitadas; ellos han decidido invertir cerca de cinco millones de dólares en un proyecto para recuperar 32.5 kilómetros de amunas, pudiendo captar, canalizar y acercar a nuestros conciudadanos cerca de 3.2 millones de metros cúbicos de agua.

Esfuerzos como estos no solo deben ser reconocidos y aplaudidos, sino también impulsados por el gobierno nacional. El ministerio de vivienda, construcción y saneamiento, el de agricultura y el del ambiente deben destinar el dinero necesario para mantener estos y otros sistemas hídricos. Iniciativas como Aquafondo y otras del sector privado nos hacen reafirmar nuestra esperanza en que cada vez más haya mayor número de empresas comprometidas con el medio ambiente.

Todos debemos ponernos a trabajar en esta tarea, los ciudadanos haciendo uso responsable del agua, los gobiernos locales maximizando su utilización para el mantenimiento de áreas verdes, el sector privado utilizándola de manera correcta para sus maquilas e impulsando proyectos como los antes mencionados, y el gobierno central ejecutando obras hidráulicas, fiscalizando para que no se contaminen nuestros ríos y cuencas, evitando así que nuestros hijos tengan que pasar penurias al vivir en zonas desérticas en un futuro.

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