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Por Arturo Bobbio C. / Los sentimientos morales en la economía

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Por: Arturo Bobbio C.

Si bien el artículo 50 de la Constitución Política del Perú establece la laicidad del Estado y estando todos de acuerdo en que la política y la religión deben ir por cuerdas separadas, es inevitable también admitir que la influencia de la religión en la economía de un país es determinante, esto se debe a que absolutamente todas las religiones buscan regular los sentimientos morales de sus feligreses y generalmente intentan guiarlos a que tomen decisiones basados en estándares “morales positivos”, siendo factores importantísimos, las percepciones, las creencias y el comportamiento, en la economía de un país, la percepción de la realidad va determinar el comportamiento de un individuo, esto a su vez se va reflejar en sus decisiones de inversión, compra, venta y repercutirá en el escenario económico de la sociedad en la que se desenvuelve.

Max Weber, Adam Smith y otros académicos han estudiado la influencia de la religión en la economía, determinando que los credos tienen un impacto profundo en estas, más allá que si de religión se habla, lo que he podido constatar luego de analizar la Teórica económica de la religión y la Teoría de los sentimientos morales, es que las naciones deben procurar que sus ciudadanos tengan valores, sean laicos, ateos, o profesen la religión que consideren, deben tener valores y estándares mínimos de comportamiento en la sociedad, un comportamiento basado en valores da mayor estabilidad al sistema, siendo la predictibilidad y estabilidad los nutrientes principales para que un país se florezca en todos los ámbitos.

Pretender inculcar valores en personas adultas es sumamente complicado pero no se debe dejar de lado, las universidades e institutos deberían abocarse a eso como parte de su labor de extensión social, un campo más fructífero en el que trabajar, lo poseen los padres, nidos y colegios, quienes tienen la posibilidad de cumplir con la tarea histórica de cambiar la patria, niños con valores, serán mejores ciudadanos y por ende tendremos un país con mayor crecimiento, el curso de educación cívica que el señor Otárola y este gobierno repuso en el currículo escolar, debe ser relanzado con la importancia que realmente tiene, los padres que tengan hijos menores de edad que cometan infracciones, faltas o delitos deberían ser también obligados, como parte de las medidas socio educativas dictadas por el juez, a asistir a charlas de orientación de cómo mejorar su método en la crianza con valores, a sus vástagos.

Acciones como estas y otras orientadas a premiar no solo el éxito económico, académico sino también por llevar una vida correcta con valores, incentivará a que los paradigmas trastocados de hoy se manejan en la sociedad peruana se corrijan y podamos aspirar a que las nuevas generaciones se conduzcan en la vida con probidad.

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