Por Berit Knudsen
El panorama geopolítico mundial experimenta transformaciones hacia un orden multipolar, desplazando gradualmente el sistema unipolar dominado por Estados Unidos con el ascenso de potencias que redefinen las reglas del juego internacional. Esta evolución tiene implicaciones para la seguridad global, economía mundial y la diplomacia.
China, Rusia e Irán son protagonistas en este escenario. China cierra las brechas con Estados Unidos económica y militarmente con iniciativas como el Cinturón y Ruta de la Seda, que extiende su influencia desde Asia, África y Europa, pasando por Latinoamérica. Rusia muestra resiliencia e influencia a través de la intervención en Siria, en la crisis de Ucrania y Venezuela, protegiendo sus intereses regionales para reafirmar su estatus mundial en busca del control en Euro Asia. Mientras Irán busca dominar Oriente Medio con sus proxys, avanzando en África y América.
La invasión de Rusia a Ucrania en 2022 sigue teniendo repercusiones geopolíticas, reconfigurando las alianzas en Europa y fortaleciendo a la OTAN. Este evento recalibró las relaciones entre potencias, elevando las tensiones a niveles no vistos desde la Guerra Fría.
Estados Unidos, aunque sigue siendo una superpotencia, enfrenta un declive en su influencia unilateral. Las intervenciones en Iraq y Afganistán, con tendencias aislacionistas, generaron dudas sobre su capacidad para mantener el orden global, liderazgo internacional afectado por su propia polarización interna.
El mundo multipolar presenta oportunidades de cooperación internacional, pero también preocupaciones sobre el autoritarismo. Países como China, Rusia, Irán, Turquía y Hungría consolidan regímenes autoritarios, desafiando el modelo democrático liberal occidental, con normas que eluden los derechos humanos y el equilibrio de poder.
El ascenso del autoritarismo erosiona los valores democráticos mundiales. La lucha por la democracia en lugares como Hong Kong para mantener su autonomía y libertades en el marco de «un país, dos sistemas» ilustran las tensiones entre modelos autoritarios y democráticos donde la respuesta global enfrenta fuertes coaliciones.
La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) formada originalmente por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, ha expandido sus miembros con India y Pakistán, y actividades de cooperación en defensa, ejercicios militares conjuntos e intereses en temas de seguridad.
Las coaliciones siguen cambiando. La OTAN enfrenta retos internos y en Asia la rivalidad entre Estados Unidos y China propicia alianzas de cooperación como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad), donde Estados Unidos, Japón, India y Australia buscan el equilibrio en la región del Indo-Pacífico ante el ascenso chino.
Otra coalición alineada con la estrategia China del “soft power” son los BRICS, originalmente conformada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con nuevos integrantes, Irán, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, convertido en bloque geopolítico de pleno derecho en la comunidad internacional, buscando derribar la hegemonía del dólar.
Interesante observar la participación de India guiada por una «estrategia multi-alineada», manteniendo su autonomía, maximizando sus beneficios en foros que equilibran intereses opuestos en su ascenso como potencia global.
Tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y ciberseguridad juegan roles decisivos en defensa y diplomacia. La guerra en Ucrania demuestra la importancia de la ciberguerra y guerra de información, haciendo necesarias estrategias innovadoras para la seguridad global.
En este entorno geopolítico es esencial desarrollar capacidades para adaptarse a los cambios y luchar contra el autoritarismo con alianzas sostenibles que garanticen la paz mundial. Los valores democráticos y derechos humanos deben ser prioritarios para preservar la dignidad y libertad del mundo, con coaliciones en un verdadero frente común.