Por Dennis Falvy
El Impuesto General a las Ventas (IGV), que es uno al valor agregado (IVA), es utilizado por más de 170 países a nivel mundial a excepción de los EE. UU. que lo usa para cada uno de sus Estados.
En el Perú este impuesto es del 17.9% del PBI que incluye las contribuciones a ONP y EsSalud y es muy bajo frente a la OCDE (34.1%) y el promedio de los LAC (21.7%).
El IGV es difícil de ser evadido, señala el Profesor Jorge Baca; porque hasta los informales pagan el IGV. Sin embargo, algunos lo critican por regresivo, debido a que recae proporcionalmente más sobre el ingreso de los pobres.
Para amenguar esto, se ha introducido tasas reducidas o exenciones a diversos bienes y servicios de interés social, como por ejemplo alimentos y educación. Pero como son otorgados a toda la población, el costo es muy alto 1.6% del PBI y además 50% de gastos tributarios del IGV benefician al 20% más rico de la población, mientras que solo el 10% beneficia al 20% más pobre.
Por ello existe la alternativa del “IGV Personalizado”.
En rigor, esto busca reintegrar el IGV solamente a un grupo poblacional focalizado. El reintegro depende del IGV efectivamente pagado, por lo tanto, su devolución requiere de un esquema de monitoreo de las compras realizadas por el grupo poblacional seleccionado para el cálculo del reintegro, lo cual alienta la formalización de las transacciones y por tanto disminuye la informalidad.
La gran informalidad existente hace del Perú un país ideal para la aplicación del IGV personalizado. Además, si bien las tasas de contribuciones previsionales y de salud en el Perú son similares a otros países de la región, la baja productividad de la mano de obra y otros aspectos obliga a evadir. En el periodo 2004 al 2023 el IGV ha consignado 6% y las recaudaciones 2%.
El Profesor Baca propone eliminar las contribuciones y pasarla al IGV, subiendo este reintegrando en el personalizado el IGV pagado al grupo poblacional focalizado. Esto sólo para los que tienen billetera electrónica o que figuren en planilla. Un beneficio de corto plazo seria la reducción de las compras sin boleta electrónica y por lo tanto se generaría un aumento en la recaudación del IGV. Pero se requiere eliminar los tratamientos preferenciales y exenciones existentes para que el reintegro a los grupos focalizados sea eficiente.
En rigor, señala Baca. es una devolución de impuestos y no una transferencia y la virtud es autofinanciarse. Con generalizar facturas electrónicas y monedas digitales del BCR, las Administraciones tributarias podrán mejorar la focalización y simultáneamente combatir el fraude tanto al nivel del beneficiario como del contribuyente.
Asimismo, en términos de economía política, la claridad en el instrumento favorece su control social y presupuestario, favoreciendo su aceptación entre los sectores que no son beneficiarios directos.
