Por: Dennis Falvy
Pinelopi Koujianou Goldberg, por la Universidad de Yale, expone sobre el tema arancelario, dado que Trump ha prometido un arancel del 60% a las importaciones de China.
Un arancel es un impuesto al consumo, y la mayoría de los economistas prefieren los impuestos sobre el consumo sobre los impuestos sobre la renta.
Pero como sólo los productos importados, distorsionan los mercados al desplazar los recursos de los productores extranjeros más eficientes a las empresas nacionales menos eficientes y ello se vuelve “regresivo”.
Asimismo, los críticos de la globalización señalan que los aumentos de eficiencia de las últimas décadas de liberalización del comercio han sido modestos, en relación con las perturbaciones causadas.
Y es que el más barato y atractivo consumo de los productos chinos, por ejemplo, motivó cierres de fábricas y la pérdida de empleos en regiones expuestas a la competencia de las importaciones.
Los defensores de los nuevos aranceles afirman que China soportaría la mayor parte de la carga financiera, la evidencia de los aranceles de 2018-19 muestra lo contrario: los consumidores estadounidenses asumieron la mayor parte del costo.
Si los aranceles generalizados provocaran una fuerte depreciación de la moneda china, la fortaleza del dólar haría que las importaciones chinas fueran relativamente más baratas.
Esto puede compensar en parte los precios más altos causados por los aranceles, pero socavaría el objetivo original de hacer que la manufactura estadounidense sea más competitiva.
Un dólar más fuerte dañaría las exportaciones estadounidenses, empeorando el déficit comercial.
Los múltiples objetivos que se anuncian para los aranceles como relocalizar la fabricación, reducir el déficit comercial, generar ingresos, disminuir la dependencia de Estados Unidos de China y obligar a China a negociar, al tiempo que se minimiza el impacto en los consumidores) a menudo entran en conflicto entre sí,pues los aranceles afectan a la economía estadounidense a través de los precios.
Los nuevos aranceles propuestos podrían afectar solo a las exportaciones chinas directas a Estados Unidos, no a otros países.
Ampliarlos a más países para frenar el alcance de China exacerbaría las presiones sobre los precios, porque habría menos posibilidades de sustitución para los consumidores y las empresas estadounidenses.
Los aranceles no pueden reemplazar a los impuestos sobre la renta como fuente de ingresos: la escala de la base imponible del impuesto sobre la renta es aproximadamente un orden de magnitud mayor que la escala de las importaciones.
El fortalecimiento de la capacidad negociadora de Estados Unidos es el argumento más convincente a favor
Aunque los aranceles anteriores marcaron la mayor desviación del libre comercio desde la Ley Smoot-Hawley de 1930, su impacto económico fue modesto y el acuerdo permitió a Estados Unidos salvar la cara.
Pero los aranceles de 2018-19 estaban lejos de ser gratuitos, pues , intensificaron las tensiones, empujaron a China a una alianza con Rusia e Irán y alimentaron el sentimiento antiasiático a nivel nacional.
La interrupción del comercio por la pandemia significó que China no cumplió sus compromisos de comprar bienes a Estados Unidos y esto de hoy puede repetir la historia, solo que a mayor escala con China que está bien preparado para buscar represalias a gran escala.