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Un estudio aclara si los perros podrían comerse a sus dueños y la respuesta no es la que esperas

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Erika Engelhaupt, en un artículo reciente para National Geographic, aborda esta cuestión al explorar el comportamiento carroñero de las mascotas. Engelhaupt señala que los estudios forenses pueden ofrecer una perspectiva distinta sobre cómo interpretamos las acciones de los animales en situaciones extremas.

Stanley Coren, psicólogo especializado en perros y autor de varios libros y programas de televisión, recuerda que los perros descienden de los lobos. Coren explica que en ausencia de comida, un perro podría recurrir a consumir cualquier cosa disponible, incluido el cuerpo de su dueño.

Un estudio de 1995 que analizó 63 casos de perros que consumieron partes de sus dueños muestra que este comportamiento puede ocurrir incluso cuando los perros tienen acceso a otros alimentos y el fallecimiento es reciente.

Markus Rothschild, un forense relacionado con algunos de estos casos, sugiere que una posible explicación es que la mascota, al intentar ayudar a un dueño inconsciente, podría lamer o empujar el cuerpo. Si esto no resulta, el animal puede entrar en un estado de pánico, mordiendo en su desesperación.

Este comportamiento puede escalar fácilmente de morder a comer, especialmente si el perro prueba sangre. Así, no es que las mascotas busquen devorar a sus dueños, sino que el estímulo de la sangre puede desencadenar este comportamiento.

Investigación

Uno de los estudios más relevantes sobre este tema, publicado en la revista PubMed, recopiló 65 casos de perros que devoraron los cadáveres de sus dueños tras su fallecimiento. Los resultados muestran que la parte del cuerpo humano preferida por los perros domésticos es la cara, especialmente la nariz y la boca, con un 73% de los casos comenzando por ahí. Además, otras zonas preferidas incluyen el cuello (43%), los brazos (29%) y las manos (26%), mientras que las piernas son menos atractivas para ellos.

Este comportamiento no parece derivar de un instinto salvaje, ya que los cánidos salvajes como lobos y coyotes suelen comenzar por el abdomen. En cambio, los perros domésticos no muestran interés por esta parte del cuerpo. La mayoría de las veces, los perros recurren a devorar a sus dueños debido al hambre, lo cual ocurre en el 76% de los casos. Sin embargo, en el 24% restante, los perros comenzaron a comer carne humana antes de que pasaran 24 horas desde el fallecimiento, lo que sugiere un comportamiento carroñero inherente.

La raza del perro también parece influir en este comportamiento. Judy Melinek, en una entrevista con el New York Post, señaló que los perros de tamaño mediano y grande, especialmente los pastores alemanes, son los más propensos a estos casos. Sin embargo, los golden retriever, de tamaño similar, no muestran la misma tendencia. Esto sugiere que el carácter del perro, más que su raza, juega un papel crucial.

Además, otro estudio muestra que la probabilidad de que un perro se coma a su dueño fallecido aumenta cuando no están solos. De hecho, cuantos más perros hay en un mismo lugar, mayores son las posibilidades de que ocurra. Un caso particularmente macabro en Canadá en 2011 involucró a una jauría de siete perros que se alimentaron de su dueño durante una semana entera.

En conclusión, aunque el vínculo entre las mascotas y sus dueños es fuerte, situaciones extremas pueden desencadenar comportamientos inesperados en los animales, impulsados por la desesperación y sus instintos naturales.

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