ANTERO FLORES-ARAOZ
Por lo general, las personas conocen que el Congreso de la República tiene como funciones o tareas, la legislativa, esto es dictar las leyes que el país requiere, representar a los ciudadanos y fiscalizar a todos los entes del Estado, incluso al propio Parlamento y a sus integrantes.
Muchísimas veces por el comportamiento de los malos representantes al Congreso, la ciudadanía hace falsas generalizaciones y considera que todos los parlamentarios son de conducta por lo menos dudosa. Como bien sabemos las generalizaciones no necesariamente tienen fundamento y, en lo que se refiere al Congreso, sumamente erradas pues si bien hay parlamentarios indeseables, también hay muchísimos que son honorables, empeñosos, cultos y también honestos. Ello en todos los tiempos.
Lo que no se sabe es que nuestro Congreso aporta a la cultura, no solo la cultura cívica al publicitar sus funciones en pro del país y su democracia, sino que en la realidad es un museo con una pinacoteca de primer nivel, en que se encuentran importantes murales de quien fuese el gran pintor Carlos Quispez Asín, importantes galerías subterráneas de lejanos tiempos, pero sobre todo un Fondo Editorial de primerísimo nivel.
Como bien sabemos existen editoriales comerciales, que si bien editan infinidad de libros y contribuyen a la cultura, su ánimo es lucrativo, mientras a los Fondos Editoriales lo que les interesa es la difusión de la cultura más no el negocio.
Entre los Fondos Editoriales con los cuales contamos los peruanos, se encuentran los de algunas universidades, como por ejemplo la Universidad Mayor de San Marcos, la Universidad San Martin de Porres, la Universidad de Lima, la Universidad Católica y la Universidad Ricardo Palma, entre varias otras, incluso las de universidades públicas en Arequipa, Cuzco y Trujillo, con excelente desempeño.
También hay Fondos Editoriales de algunas Organizaciones No Gubernamentales, léase asociaciones y fundaciones, pero también los hay de instituciones del Estado, siendo el principal el Fondo Editorial del Congreso, que viene haciendo esta tarea, sin que ello sea su razón de ser, pero en la práctica está haciendo la tarea que correspondería a otras instituciones estatales, o que no la hacen o la hacen sin ser ello destacable.
El Fondo Editorial del Congreso está funcionando ininterrumpidamente por varias décadas y se encarga de editar obras importantísimas, pero que no necesariamente son comerciales y por ello no les interesa a las editoriales privadas o comerciales. La gran impulsora del Fondo aludido fue doña Martha Hildebrandt Pérez Treviño, cuando se desempeñó como presidenta de tal Poder del Estado.
Últimamente el Fondo Editorial al que nos referimos ha editado la importante colección del Bicentenario de la Independencia del Perú, tiene librería abierta al público con precios más que accesibles y presentando las obras que edita en las llamadas ferias del libro.
Como pueden apreciar no todo es malo y hay cosas que deben ser aplaudidas, entre ellas la labor cultural del Congreso, a la que nos hemos referido en esta pequeña columna de opinión.
